domingo, 21 de junio de 2009

Para ti

Me recuerdo yendo por Princesa a final de mayo, cuando había exámenes y todo conspiraba para apartarte de ellos: la luz tardía de las tardes, la hierba del parque del oeste, las terrazas de Recoletos, el perfume incierto de las muchachas en flor. Cualquier pretexto era bueno para salir de la habitación a comprar cualquier cosa que quizá no se necesitara demasiado. Así yo esa tarde estaba en Princesa y entré en algún sitio y se escuchaba esta canción. Ya la había oído otras veces en el programa que Jesús Ordovás tenía en Radio 3 pero tuve la sensación que daba ritmo a ese momento de la vida como la música de fondo de una película.

"Para ti", pasado el tiempo, quizá no sea una gran canción: su letra es un poco incongruente y la música suena demasiado a hojalata. Tampoco el Zurdo http://es.wikipedia.org/wiki/El_Zurdo era un dechado de virtudes para un tipo como yo en aquellos tiempos. Pero la canción tiene frescura, algo así como una energía adolescente y pegadiza que puede iluminar algunas tardes de verano. La movida fue sobre todo algunos destellos creativos de jóvenes que sobre todo querían divertirse o perderse por las noches sin ponerse demasiado trascendentes. Y se lo podían permitir porque los tiempos habían cambiado de verdad, aunque fuera desde hacía poco tiempo. Tanto que un falangista auténtico podía ser amigo de un ácrata como Haro Ibars y fundar un grupo punk como Kaka de Luxe con cierta naturalidad, como ocurren las cosas más inconcebibles en las mejores películas de Almodovar.

sábado, 20 de junio de 2009

¡¡MIS PEQUEÑOS,GRANDES INDÍGENAS!!

Cuaderno de bitácora 16 de Junio de 2009.

¡Nunca creí que escribiría sobre esto! Pero tengo verdadera necesidad de hacerlo.

Hace aproximadamente diez meses, mi incierto mundo laboral de interina, como todos los años me deparaba un nuevo destino, pero esta vez, fue un destino diferente… ¡todo un reto personal!.
Me destinaron a una “selva”, cargada de emociones fuertes, de momentos duros, con sabores dulces, ácidos y amargos, repleta de “pequeños indígenas” venidos de múltiples “tribus”, desconocidas.

Entre lágrimas y tras varios intentos de abandonar el viaje antes de empezarlo, tomé la decisión de lanzarme al vacío, sin saber cuál podía ser el resultado: ¿podré con ello?, ¿podrán conmigo?, ¿aguantaré?... mil preguntas de este tipo pasaban continuamente por mi cabeza.

Cuando desembarqué, el 1 de septiembre de 2008, el recibimiento de las personas que ya habitaban allí, fue bueno, aunque nos avisaron de algunas de las peculiaridades de éstos “indígenas” y de los múltiples caminos y aventuras en las que nos podríamos perder, junto con algunos retos que debíamos superar durante nuestra estancia allí.

Pero sin lugar a dudas, uno de los momentos más fuertes, fue el día del desembarco de los “indígenas”. Mis párpados ni pestañeaban cuando vi aparecer a tantos y tan diversos “personajes”, mi mirada no abarcaba todo lo que realmente yo, quería ver. Eran unos completos desconocidos y yo para ellos una extraña forastera.
Poco a poco fui adentrándome, con más miedo que vergüenza, todo sea dicho, con mucha cautela y respeto, por esos caminos y senderos llenos de obstáculos, para lograr conocer mejor a cada uno de los “indígenas”, con sus respectivas peculiaridades; algunos tienen la dentadura muy desarrollada, otros van en silla de ruedas, los hay que les encanta la música, comer, los pañales e incluso hay por ahí alguno al que le encantan ¡¡los pies!!.

La verdad, es que son curiosísimos, muchos hablan en nuestro idioma, otros en idiomas raros o inventados, los hay que emiten sonidos, o hablan con monosílabos, incluso con signos y gestos. Pero también, hay indígenas que ni se mueven, ni hablan, solo miran, y si miran, pero sus silencios, y sus miradas son las que más se oyen, porque son las que te hablan a gritos!!

Para mí, es verdaderamente difícil explicar o escribir, lo que sentí o lo que se siente en determinados momentos en los que trabajas con los “indígenas”, pues es un constante tira y afloja, tú te los quieres llevar a tu terreno y ellos te quieren llevar al suyo y para ello, en ocasiones, ¡usan estrategias peligrosas! A las que no estamos muy acostumbrados y de las que no sabemos o podemos a veces defendernos.

Recuerdo, ese primer y doloroso arañazo que me asestó aquel pequeño “leoncillo” cuando intentaba escaparse de puntillas del gimnasio, algún tirón de pelo de una “monita juguetona” en silla de ruedas, un levantamiento de puño de un “gran orangután con casco”, algún escupitajo y patada de un marajá convertido en “Sapo” quizás por algún hechizo…

Aún así, cada pequeño logro que consigo con ellos, para mí es una gran recompensa.

También tengo que decir, que en su mayoría son tiernos; te abrazan, te besan, ¡algunos demasiado! y de vez en cuando, ¡hay que pararles los pies!

Trabajar, comer, jugar, reír, llorar con ellos, cada cosa hacemos juntos y cada momento que paso a su lado para mí es especial.

Por eso nunca olvidaré: esos ojos azules que me miran y me derriten, aunque me pidan el balón constantemente y no me dejen apenas trabajar, esas lágrimas daimieleñas derramadas en mi sudadera, esa mochila pequeña pegada a un gran hombre, este tamagochi muerto y resucitado mil veces, esa sonrisa y ese signo que me dice guapa todos los días y que me llevaría a mi casa sin pensármelo dos veces, esa “empanadilla” a la que le encanta retransmitir los partidos de futbol como si de un comentarista de la radio se tratara, esa piel suave, pestañas largas y eterna sonrisa postrado en una silla, ese corsé con andar bailón que dice: “Tamara, que- te-tero”, ese hiperactivo lunni amarillo con su bolsa de cromos que me llena de besos, y tantos y tantos otros a los que no menciono, pero no olvido.

Ahora bien, acercándose el momento duro de la despedida, de un merecido y necesario descanso tanto físico como psíquico para todos, toca el momento de reflexionar; por eso lo hago en primera persona.

El camino que empecé y terminé con lágrimas ha sido duro, no todos los que lo iniciamos hemos podido culminarlo, pero en él, también ha habido muchos momentos buenos y he hecho buenos amigos, entre ellos destaco a: una rubia peligrosa, un pelijas con mucho ritmo, un albaceteño un tanto irónico, a un pececillo especial la mar de competente, unas A.L “coquetas”, una enfermera 10 y como no, a mis compis de piso… GRANDES PROFESIONALES Y PERSONAS, que me han hecho más fácil y llevadero éste camino, y con quien da gusto trabajar.

Por eso, a ellos y sobre todo a “mis pequeños grandes indígenas” GRACIAS.

¡GRACIAS, POR TODO ESTE TIEMPO JUNTOS Y POR AYUDARME A SER MEJOR PERSONA!

¡Me despido de este cuaderno de bitácora, sabiendo que quizás, en algún momento de mi vida, decida volver a esta “selva,” a la que un día, afortunadamente me destinaron y que jamás olvidaré!


domingo, 14 de junio de 2009

LA EDUCACIÓN DE LAS HADAS

¡Tanto stress antes de mi oposición no es bueno! Y que hay mejor para desconectar, que escribir en el blog y compartir cosas y recuerdos bonitos….

¡Mi vinculación con las hadas viene desde hace tiempo por varias razones y motivos que ahora no voy a explicar!

En una dura etapa de mi vida hace aproximadamente dos años y algo, necesitaba huir de todo y de todos para reencontrarme conmigo misma, entre otras cosas, entonces me puse manos a la obra y sin pensármelo dos veces decidí irme ese Diciembre a Víznar, un pueblecito de Granada, en la montaña, pequeño y para mi, con encanto. Famoso lugar para los seguidores del poeta Federico García Lorca, ya que a este lo mataron entre Alfacar y Víznar. La primera vez que fui allí, fue en el año 2000 gracias a un profesor de mi universidad, que nos informó de unos cursos que se organizaban vinculados con el mundo de la expresión, e. física, danza y artes en general. Pues bien, ese año me apunté a dos talleres, uno de ellos se convirtió en un gran reto para mí, con mucha carga emocional. Un día, en ese mismo taller, realizando una actividad de danza con ojos cerrados, una voz masculina me dijo entre otras cosas: ¡Pareces un hada!, ¿has visto la película la educación de las hadas? Y yo contesté: No. “pues… te la recomiendo”, dijo esa voz masculina misteriosa de la que nunca volví a saber nada y que jamás averigué a quien correspondía.

El tiempo pasó y a mí, la verdad, es que se me olvidó aquel comentario, pero lo que son las casualidades, recibí la llamada de un amigo y quedé con él como otras veces, aquel día llovía a mares y me dijo: “como llueve he cambiado el plan, he ido al videoclub y he sacado una película que yo ya he visto, pero que me gustaría volver a ver contigo, porque me recuerda a ti” jajajaja yo reí a carcajada limpia y pregunte: ¿a mí?, ¿cuál es? Y cuál fue mi sorpresa al ver la carátula…




Después de ver la peli, que por cierto, me encantó, le conté la historia, que he escrito anteriormente de aquella voz misteriosa y reímos juntos durante un buen rato.

Desde aquella tarde-noche lluviosa esta película ha formado parte de mi lista de películas preferidas y que siempre recomiendo a gente a la que considero “especial”.

Es una película relativamente nueva, del año 2006, su director es José Luis Cuerda, el género es drama y el reparto lo forman: Irene Jacob, Bebe, Jordi Bosch, Víctor Valdivia, Ricardo Darín, Abdelaziz Arradi, Gloria Roig. El tema principal de la película “Tiempo pequeño” interpretado por Bebe, fue premio Goya, al mejor tema musical en 2007.





Aquí os dejo un anticipo de los personajes y una pequeña sinopsis, para que os pique la curiosidad y al final terminéis viéndola.

Ricardo Darín (Nicolás)
Cuarenta años, pero un crío. Inventor profesional de juegos, ni sabe, ni quiere, ni puede jugar a amores y desamores. No a esas alturas de su vida, ni tan rodeado de hadas como está —Ingrid, Sezar, todas las mujeres, cada mujer— y de un enanito del bosque, Raúl, con el que se siente un igual, un camarada, otro niño. Vive en una masía que perteneció a sus abuelos maternos, a sesenta kilómetros de Barcelona.

Irène Jacob (Ingrid)
Tiene alrededor de cuarenta años. Muy atractiva. Puede pasar de la frialdad a la calidez a impulsos de razones y sentimientos difíciles de comprender e imposibles de prever. Viuda del capitán de aviación Carlo Rocco di Castelgrande. Madre de Raúl. Como no quiere enamorarse de Nicolás, se enamora de él. Como se quieren mucho, conviene que lo dejen. Aunque, para esto último, por desgracia, hay una razón.

Bebe (Sezar)
Joven argelina de origen hispano-iraquí. Cajera en un supermercado, a la espera de poder marcharse a la Sorbona para terminar sus estudios. Un novio en la cárcel por trapichear con drogas. Dos amigos del novio que la “protegen” hasta el extremo de apalearla, si lo consideran necesario. Un jefe con derecho de pernada. Un hombre herido, Nicolás, que le atrae y al que atrae.


Sinopsis:
Nicolás encuentra a la mujer de su vida y al hijo que él no ha tenido, pero que de repente ansía tener, de un solo golpe, una mañana, en el avión que los lleva de Alicante a Barcelona. Él es inventor de juguetes. Ella, Ingrid, viuda reciente de un capitán de aviación muerto en Iraq, es una ornitóloga que estudia en Cataluña el paso de las palomas torcaces. Raúl tiene ocho años y es un fantaseador de primer orden. A partir de este encuentro, la historia de amor a tres será perfecta hasta que repentinamente Ingrid decide que todo se ha acabado. ¿Por qué? No hay quien entienda sus razones: nunca serán más felices de lo que lo han sido hasta ese momento, todo irá a peor... Nicolás se desespera: ya tomarán una decisión cuando todo vaya mal, pero no ahora, que todo va bien. Ingrid se muestra inflexible, lo destierra del dormitorio. ¿Tiene un amante? En el colmo de su depresión, Nicolás está dispuesto a compartirla. Ingrid considera que semejante propuesta es un disparate. Y aparece Sezar, una joven argelina de origen iraquí, que, estudiante de francés de paso hacia la Sorbona, si tiene la suerte de conseguir una beca, trabaja hasta que llegue ese momento como cajera en el supermercado del pueblo donde viven Ingrid y Nicolás. Nicolás se fija en ella. Mientras Sezar es asediada por un jefe de servicio que la quiere en su colección de conquistas entre las chicas a sus órdenes, y por los amigos de su novio, que la vigilan mañana, tarde y noche, para que le sea fiel el tiempo que él permanece en la cárcel por mercadeo de hachís. Raúl, el niño, se ve envuelto en el cruce de sentimientos que se produce en tales circunstancias y Luisa, la mujer que ha servido durante tres generaciones a la familia de Nicolás, actuará como confidente de éste y como un apoyo de raíces tan vivas y tan sentidas como poco claras. ¿Y si Sezar se convirtiera en un hada que pusiera remedio a tanta confusión, a tanto desorden? Raúl está convencido de poder educarla para que lo consiga y pueda satisfacer sus tres deseos.

Espero que os guste al menos tanto como a mí y para ello os regalo uno de los momentos más tierno, emotivo y especial de la película.



lunes, 8 de junio de 2009

Las zapatillas rojas



LAS ZAPATILLAS ROJAS (1948)

Realmente, no recuerdo la edad que tenía, ni cómo llegó a mí esta antigua y desconocida película, solo sé, que yo ya bailaba. Nunca he escrito en ningún blog y cuando me animaron a colaborar en éste, pues me dio un poco de vértigo, la verdad, pero bueno también quiero aportar mi granito de arena y porque no, acercar un poco a la gente que nos lea a ese mundo tan desconocido y poco valorado en nuestro país como es la danza.

Basada en un trágico cuento de hadas de Hans Christian Andersen. Esta reconocida tragedia de género musical realizada por Michael Powell y Emeric Pressburger que abrió las puertas a los emocionantes números de baile que se convirtieron en el común denominador de los musicales de Arthur Freed para M.G.M. (Americano en Paris, Cantando Bajo la Lluvia y Melodías de Broadway) al comienzo de los cincuenta.

La historia comienza cuando un compositor en busca de reconocimiento, asiste a una presentación de una Compañía de Ballet y descubre que la música que usan en uno de los números es suya. Éste presenta una protesta ante el director de la compañía y le exige una explicación. Impresionado con el talento del compositor, el director le contrata para que componga el programa musical de la siguiente obra de ballet, una adaptación de "Las Zapatillas Rojas".

A su vez, contrata a una joven bailarina llamada Victoria Page (Moira Shearer) para que se una a la compañía. Un día, la mejor bailarina de esa empresa anuncia que planea casarse, y el director irritado por su decisión, pone a la joven Victoria en el papel estelar… tras un sinfín de sucesos Victoria, al final, decide representar la obra… con un trágico desenlace , ya que las zapatillas están hechizadas y la protagonista muere al no poder dejar de bailar.

Las zapatillas rojas, ha sido considerado como el más ingenioso y elaborado musical jamás filmado. El resultado es un verdadero festín para los sentidos, alejado de las visiones limitadas que califican a la danza clásica como una forma de expresión anticuada.

Aunque el argumento de Las zapatillas rojas sea quizás su única debilidad, en Moira Shearer encontramos a una verdadera bailarina que, además, actúa con gran credibilidad. No en vano, dicen, que ésta película es la causante de que varias generaciones de niñas se hayan convertido en bailarinas, soñando con llegar algún día a los escenarios que vieron triunfar a la protagonista de Las zapatillas rojas.

La película fue un súper éxito internacional y fue nominada a un Oscar por mejor película. Ganó premios Oscar por mejor dirección y mejor música. En 1999 un sondeo del Instituto Británico de Cine catalogó a "The Red Shoes" como una de las 10 mejores películas británicas de la historia.

Hace un año aproximadamente, vi que el Ballet Madrid, representaba Las Zapatillas Rojas en el teatro de mi ciudad, teatro en el que tantas veces había bailado y que tan bien, me conocía. Todo esto hizo que no me lo pensara ni dos veces y fuera a ver ésta obra que jamás había visto en un escenario y que solo conocía por la película, así que decidí ir a verlo y me encontré con unas cuantas agradables sorpresas. La primera fue que la adaptación, resultaba ser, una historia que nos acercaba al sonido y al esplendor de la radio de los años cuarenta, a esa radio que se escuchaba con pasión. A aquellos cuentos que nuestros abuelos y padres escuchaban atentamente durante su infancia y que aún recuerdan con cariño.

Una época, en donde las voces de la radio, eran verdaderas estrellas…y es, desde aquí, desde la historia de una estrella de la radio de los años cuarenta, desde una emisora imaginaria, en una ciudad imaginaria que emite, “todos los lunes y siempre a la misma hora, desde los micrófonos de su emisora…”,desde donde despegaba el espectáculo. Existe un cierto paralelismo entre la protagonista actriz de radio y el personaje del cuento (bailarina). Me encantó la mezcla y comparación de cómo las voces, estáticas frente al micrófono tomaban movimiento a través ballet sobre el escenario, mezclando el sonido antiguo de la radio, el ballet clásico, moderno y contemporáneo y la integración a su misma vez de las nuevas tecnologías, con las proyecciones interactivas para algunas escenas y algunos efectos visuales de elementos del decorado. Quizás lo que menos me gustó, fue que la música que utilizaban para bailar no era la original que aparecía en la película que yo recordaba desde pequeña, pero aún así… ¡el espectáculo me deparaba una última sorpresa! y fue, que la actriz de la radio, en el último segundo de emisión, decidió por su propia cuenta y riesgo, cambiar el final del cuento a pesar de ponerse en contra de su director y de poder perder su puesto de trabajo. Ahí demuestra ser una mujer arriesgada, que lucha por sus propias decisiones y metas sin miedo, …¡así deberíamos ser la mayoría de las personas! y desde aquí, como si yo fuese la locutora de ésta radio: “despido la conexión recomendándoles, ésta fantástica película y éste maravilloso espectáculo”. ¡Hasta la próxima vez!