domingo, 26 de septiembre de 2010

¡Shhhhhhhh!

Después de un tiempo de silencio quizás por no tener nada que decir o… por miedo a decirlo, ¡reaparezco!

Sin darme cuenta me vi envuelta en un montón de circunstancias a las que no sabía muy bien cómo enfrentarme, o mejor dicho, no sabía cuál era la mejor manera de hacerlo…. Así que….. me fui lejos, tomé el camino de los viajes, para alejarme de la realidad y vivir y sentir cosas diferentes que desde hacía tiempo necesitaba.

Viajé a Londres de una manera exprés, me puse el Big Ben por peineta y recordé viejos tiempos de mi adolescencia cuando lo visité por primera vez, pasee por sus calles, reí, respiré otro aire, un aire cosmopolita, lleno de vida… recordé en ese momento lo fantástico que era viajar y lo bien que me sentía cuando lo hacía.

Después me lie la manta a la cabeza y…. me marché a Egipto.

Necesitaba desconectar totalmente, nueva cultura, nueva gente, tradiciones, idioma, forma de vida, comida…. ¡Todo! ¡Quería un cambio radical en mi vida! Y lo hice, pero tan solo me duró 8 días.

Por momentos me sentí parte de nuestra historia, me vi en los templos cual faraona, en el Nilo, cual Agatha Christie, me vi dando clase en la escuela del pueblo Nubio, cogiendo una cría de cocodrilo, probando comida insospechada, paseando por los mercados, impregnándome de esencias, regateando con mercaderes, que insistian en comprarme por camellos, metiéndome en las mezquitas….¡fue, toda una experiencia!

Pero sin duda alguna, lo mío son las pirámides, entrar en una de ellas, ver el tesoro de Tutankamon, admirar la Esfinge…. Es muy mágico.


Una vez acabado todo esto, toca volver a tu ciudad, a tu casa, “con tu gente” y sin darte cuenta retornas sin querer a tu punto de partida, del que quisiste escapar en aquel momento en que decidiste irte lejos. Y tus dudas existenciales retornan, indecisiones, dudas, sentimientos encontrados, agobios, miedos… todo sigue ahí, tu solo lo has apartado de tu vida por unos momentos, pero no puedes escapar, estás metida en un laberinto continuo.

Tienes que volver a enfrentarte a tu nueva situación, un nuevo destino, nueva gente, nueva vida, nuevo hogar.... todo nuevo. Todo nuevo, menos tus preguntas, aquellas con las que te comes la cabeza día si y día también.

¿Cuál es el límite entre el bien y el mal? ¿Qué camino debo seguir? ¿Me estoy engañando? ¿Qué es lo que siento? ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Qué necesito? ¿Por qué añoro a personas y cosas que no tengo a mi lado? ¿Por qué soy a veces tan cobarde?

En definitiva, pienso que soy una inconformista por naturaleza, siempre quiero más y mejor. Por eso creo que realmente nunca consigo ser feliz.