domingo, 12 de abril de 2009

Valerio Massimo Manfredi


Posiblemente Manfredi no sea un gran escritor. Sus libros no tienen una prosa brillante, son tildados de best-seller baratos, la crítica les suele dar algo de caña y mi hermano suele reírse al verme leyéndolos. Por supuestos los historiadores eruditos reniegan de este tipo de novelas achacandoles falta de rigor histórico.

Quizás tengan razón. Su escritura no posee adjetivos luminosos, ni párrafos que pasen a la historia, pero si tiene una cualidad que para mí es esencial en un buen libro: la capacidad de evocar, de transportarte a mundos, que en un principio son desconocidos pero cuando terminas de leer son parte de ti. Yo he paseado por los jardines de Babilonia, combatido en las Termopilas o cabalgado a lomos de Bucéfalo siendo el gran Alejandro. He gritado al ver el mar junto a los 10.000 después de su tortuosa expedición y he llorado de emoción al ver a Talos de Esparta convertido en un gran líder. He descubierto los secretos del lejano oriente a manos de un puñado de romanos.

En esta primera entrada del blog quería recalcar la imagen de este escritor porque fue él, y no mis turbios profesores, quien me reveló el emocionante mundo de la historia. Fue él quien me ayudó a superar el primer contacto, algo áspero con esta apasionante materia. Yo creo que la novela es una herramienta perfecta para este fin, capaz de ir introduciéndote en los acontecimientos pasados de un modo más ameno que una interminable lista de fechas y reyes. Además durante años soñé con ser como él, un prestigioso catedrático de historia grecolatina, jefe de numerosas excavaciones arqueológicas y colaborador de muchos documentales del mundo antiguo. Solo las pocas salidas de la carrera, la paupérrima situación de los estudiantes licenciados y cierta presión indirecta de mis allegados me hicieron replantearme seguir sus pasos. Aunque actualmente en alguna de las numerosas y somnolientas clases, me dejo arrastrar por la gratificante idea de que en un futuro no muy lejano pueda compatibilizar mis labores médicas con el estudio de la civilización clásica.

Por todo esto y por las cientos de horas de gustosa lectura, siempre estaré agradecido a este hombre de canosa barba.

1 comentario:

Hugo González Granda dijo...

Me parece genial que te hayas animado a escribir enano, pero eso de que comiences atacandome porque me rio de tí cuando lees los libros de Manfredi no es veraz. Debo de reconocer que gracias a él he pasado grandes ratos metiendome contigo debido a la obsesion que te entró cuando leiste su trilogia de Alejandro. Y ya ni te digo cuando cogías la espada y te ibas a conquistar la piscina cual persia ocupada... En fin, sigue escribiendo por las tierras catalanas a las que marchas mañana... que te voy echar de menos!